domingo, 28 de diciembre de 2003

Dólar: el mundo arriesga un maremoto cambiario (By Cacho)

Si Washington insiste en la política de "caída ordenada" para el dólar, el euro podría llegar a US$ 1,60. Este horizonte plantearía una dura alternativa: deflación o sobrecalentamiento, ambos en escala mundial.
Wall Street empieza a temer. Así resume las perspectivas cambiarias el analista británico Martin Wolf. A su criterio, el retroceso del dólar no sorprende, "salvo por la forma. En
esta fase, los déficit fiscal y de pagos, más las presiones deflacionarias, son exportados por Estados Unidos a las restantes economías centrales".
Desde inicios de 2002 hasta esta semana, el dólar ha cedido 32% ante el euro y el dólar australiano, mientras bajaba 20% ante la esterlina. No obstante, la divisa referencial "casi no se ha movido respecto de monedas emergentes".
Dejando a un lado el dólar de Hongkong y el ringgit malayo (tienen paridades fijas), el yüan chino, la rupia india, el won coreano, el dong viet, losdólares de Taiwán y Singapur han mantenido virtualmente las mismas paridades contra el dólar en año y medio.
El problema no es coyuntural, sino estructural. "El mundo se divide hoy - explica Peter Garber, del Deutsche Bank- en tres: EE. UU., el grupo de cuenta de capital y la zona de cuenta comercial. Los países del primer sector privilegian estabilidad monetaria y flujos indiscriminados de capital financiero. Los del segundo, fijan tipos de cambio -directa o indirectamente- y tratan de neutralizar sus efectos hacia dentro. Su objetivo es superar el
estancamiento y/o crecer".
Desde el colapso de 2001, Argentina viene pasando del primero al segundo grupo. En el contexto global, sostiene Wolf, "el desequilibrio reside en el exceso de oferta laboral barata en Asia oriental, sudoriental y meridional.
El tipo de cambio es apenas una válvula que dosifica el fenómeno". Pero, para promover su propia expansión, el bloque del Pacífico occidental presta a EE.UU. fondos que, luego, la supereconomía gasta en importar bienes y servicios asiáticos. Cuando Washington se vea obligado a saldar su deuda externa, seguramente devaluará y caerá de cese de pagos parcial (eso le ocurrió a la Argentina en 2001/2).
Dado que "el mecanismo consistirá en dejar depreciarse el dólar ante las otras divisas, el euro podrá alcanzar US$ 1,60 y la moneda norteamericana caerá a ¥ 80. Eso provocará deflación en la Eurozona y Japón". Ahora bien, "si los países de cuenta de capital se unen a los asiáticos para respaldar al dólar, habrá expansión monetaria". Ello eliminará
incentivos para reducir los déficit sistémicos estadounidenses. Al converger, "ambos factores llevarían -cree Garber- a un veloz recalentamiento mundial y al derrumbe del dólar".
Como se ve, las dos hipótesis desembocan en una crisis general capaz de terminar con el ciclo financiero iniciado al suspenderse la convertibilidad oro-dólar en EE.UU. (Richard Nixon, enero de 1971). Eso podría, además, liquidar la globalización en curso, que data de la posguerra, cristalizó al crearse los primeros instrumentos derivativos (1968, aplicados desde 1973) y entró en fase volátil con la "nueva economía" y sus burbujas.
A juicio del experto británico, "existe una tercera opción: que los asiáticos no entren en el juego, pues su acumulación de reservas y de ahorro interno es excesiva". En esta perspectiva, Garber y Wolf coinciden en que "la opción sería repetir el shock Nixon" (pero ya no haya un patrón áureo a eliminar). Cualquiera de las tres salidas "terminará en un nuevo Bretton Woods. La pregunta es cuándo. Entretanto, el riesgo de tsunami cambiario
marcha rumbo al grupo cuenta de capital". Vale decir, al más expuesto a flujos oportunistas de capital (como sucedía en la Argentina de 1990 a 2001).
A todo esto ¿qué piensan los "hombres sabios" de Wall Street?.. Varias cosas.
Una, que -en el actual contexto- los desvelos de inversores y especuladores no se cifran en ganancias o en tasas, cuanto en el futuro del dólar. Acá las aguas se dividen.
El gobierno federal, los "gurúes" -esos perpetuos desorientados- y sus émulos latinoamericanos sostienen que el dólar endeble no es problema. Por el contrario, lo ven positivo porque, creen, reduce los precios de bienes y servicios norteamericanos. También afirman que las utilidades de las multinacionales en el exterior "valen más en dólares". Pero, claro, esos "verdes" compran menos en EE.UU. y afuera. Algunos expertos son menos superficiales. Por ejemplo, la consultora Ned Davis Research teme que "estos trastornos y la pérdida de confianza en el dólar sean negativos para las acciones". La firma compara el debilitamiento actual de la divisa con un fenómeno similar, que desembocó en la crisis
sistémica internacionales estallada en julio de 1997 (sudeste asiático).

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