Venezuela está infectada de paramilitares colombianos
(por ERNESTO CARMONA)
Importar narcoterroristas colombianos para asesinar al Presidente y sembrar el caos en Venezuela fue la última jugada de la derecha, los grupos económicos, Estados Unidos y la oligarquía bogotana para interrumpir el proceso democrático de transformaciones sociales que conduce Hugo Chávez. La abortada acción subversiva internacional habría desestabilizado al país mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) revisa las firmas objetadas que solicitaron un plebiscito que podría revocar o ratificar al primer mandatario en agosto.
El CNE programó para el 28, 29 y 30 de mayo los «reparos» o revisión de las firmas rechazadas que solicitaron la consulta popular, promovida por la oposición tras el fracaso de un golpe de estado, una huelga patronal-petrolera y la seguidilla de desórdenes públicos urbanos conocidos como «la guarimba». Chávez dijo el domingo 23 que no le teme al referendo revocatorio y hasta desea que la oposición pudiera lograr su convocatoria, porque así volvería a derrotarla, hablando en la emisión 192 de su programa «Aló Presidente», que cumplió 5 años de transmisión por radio Nacional y Venezolana de TV, el canal del Estado.
El 21, 22 y 23 de mayo se hizo sin incidentes el «reparo» de las firmas objetadas para gobernadores y diputados que afectaron a varios líderes de la misma oposición. El proceso está «vigilado» por la OEA y el Centro Carter, cuyos representantes se comportan como observadores imperiales, nada imparciales, irritando a las autoridades del CNE y a la soberanía del país. Los «reparos» serán cruciales para las próximas etapas del proceso político.
Dos países en uno
La derecha venezolana juega simultáneamente con dos barajas, una de apariencia legal y democrática y otra ilegal y subversiva. Los 130 paramilitares capturados el 9 de mayo por los servicios de inteligencia estaban encabezados por tres «comandantes» avezados en el crimen, unos 40 reservistas, una veintena de soldados profesionales activos del Ejército y un contingente de jóvenes desempleados inexpertos -reclutados bajo el engaño de una promesa de trabajo-, incluidos 9 menores que serán devueltos a las autoridades de Colombia.
A tres semanas de la captura de los de irregulares, los medios de comunicación privados siguen ignorando o festinando la invasión de paramilitares extranjeros, a quienes llaman «boys scout». Mientras la prensa y la clase política explota la teoría del «montaje», los servicios de inteligencia buscan cómplices civiles y militares.
La introducción clandestina de tropas hasta El Hatillo, en las proximidades de Caracas, sólo fue posible por la colaboración de hacendados, grupos económicos, organizaciones políticas de la oposición y sectores de las Fuerzas Armadas -activos y pasivos- que cometieron traición.
La inteligencia venezolana detectó la presencia de los paramilitares en la finca Daktari, cerca de la capital. Inicialmente decidió aguardar hasta que recibieran armas para las acciones que debían culminar el miércoles 12 de mayo, pero finalmente decidió capturar a 91 irregulares en la madrugada del Día de la Madre a fin de evitar una confrontación sangrienta. Unos 40 narcoterroristas consiguieron escapar durante la confusión nocturna, entre ellos dos «comandantes», pero más de 30 fugitivos fueron capturados huyendo durante las semanas posteriores.
Objetivo: matar a Chávez
El objetivo principal de los paramilitares consistía lisa y llanamente en asesinar a Hugo Chávez, quien debía cenar esa noche del miércoles 12 con un grupo de banqueros en la residencia presidencial de La Casona, reveló a PF el Vicepresidente José Vicente Rangel. Simultáneamente, otro grupo asaltaría el palacio Miraflores y el resto atacaría por lo menos dos depósitos de armas, el Comando Regional N° 5 de la Guardia Nacional -equivalente a Carabineros- y la base aérea La Carlota. Un oficial activo de la aviación trataría de hacerse de un avión para arrojar algunas bombas sobre la ciudad.
La ciudadanía está acostumbrada al comportamiento mediático privado que muestra a un país imaginario. La negación de la «información veraz y oportuna» es el pan de cada día para el usuario de los medios desde hace varios años.
Durante «la guarimba», los medios presentaban a un país convulsionado por las quemazones de neumáticos en las urbanizaciones de la clase media rica, mientras el grueso del país continuaba su vida con normalidad. Un activo «quemador de cauchos» de Barinas fue el profesor chileno Sergio Arancibia, socialista, economista, profesor universitario y agregado comercial en Venezuela en vida del embajador Aniceto Rodríguez..
Cerco mediático
Así como la huelga patronal-petrolera de diciembre 2002 y enero 2003 no se asomó por los sectores residenciales populares, cuyos comercios funcionaron con normalidad, hoy la TV privada y los diarios muestran a un país victimizado por la «violación de los derechos humanos» porque todavía están allanándose viviendas y deteniéndose a implicados en la preparación de la invasión paramilitar colombiana. Sólo dos matutinos de circulación nacional guardan todavía compostura periodística, Las Ultimas Noticias, que dirige Eleazar Díaz Rangel, y Panorama, un diario regional de Maracaibo que circula en todo el territorio.
Los abogados claman internacionalmente la «violación del debido proceso y del derecho a la defensa» mientras los nuevos detenidos todavía no son interrogados por el juez militar, a pocas horas de su aprehensión. El preso más relevante de estos días fue el general Francisco Usón, ministro de Hacienda de Chávez hasta el golpe del 11 de abril de 2002, capturado el 22 de mayo en Puerto Ordaz. La policía busca a Néstor González González, otro general retirado comprometido en la logística que permitió a los narco-terroristas cruzar el país en autobuses de turismo sin haber sido detectados.
Todos los días hay detenciones de paramilitares, pero está información no merece las pantallas de Venevisión, de Gustavo Cisneros, ni de Globo, del partido Acción Democrática. Tampoco aparecen esas noticias en las páginas de El Nacional y el Universal, empeñados en minimizar la presencia militar extranjera. El ministro del Interior, Lucas Rincón Romero, dijo que permanentemente se están capturando paramilitares. Su diseminación en el país supera las expectativas iniciales.
¿Quiénes son los sicarios?
El Vicepresidente José Vicente Rangel dio a conocer el currículum de los jefes del grupo capturado en la finca Daktari, propiedad de Roberto Alonso, un emigrado cubano, ciduadano venezolano y estadounidense, inventor de «la guarimba» y hermano de María «Conchita» Alonso, una ex «cantante» que incursionó en el Festival de Viña en los '80 y que hoy es una actriz hollywoodense del montón.
Los tres líderes paramilitares capturados son sujetos de alta criminalidad, responsables de numerosos asesinatos contra poblaciones civiles campesinas de Colombia, expertos en «el corte de corbata», una incisión en la garganta que desangra a la víctima todavía con vida, además de la castración de hombres y el rebanado de pezones a las mujeres.
El jefe principal de esta escoria importada por las fuerzas más oscuras de Venezuela es un tal «comandante Lucas», José Ernesto Ayala Amado, quien se proponía cortar la cabeza de Chávez y fumarse un habano, según las grotescas confesiones obtenidas por los interrogadores. Los otros jefes paramilitares son el «comandante Richard», Antonio Rafael Omaña Trujillo; y el «comandante Yeferson», Yeferson Gutiérrez Guzmán, a quien se describe como al más sanguinario del trío. Otros dos «comandantes» lograron escapar de la finca la madrugada del Día de la Madre.
Lucas hizo algunas «prácticas» durante el adiestramiento de sus huestes. Por lo menos hubo tres asesinatos de irregulares que hicieron planes de «volarse» o desertar. La fotografía de un cadáver exhumado, con una data de muerte de 15 a 20 días, exhibe «el corte de corbata» y el estómago vaciado, una técnica paramilitar que retrasa la descomposición de los cadáveres.
Desafío al mundo
Cada revés del proceso que impulsa Hugo Chávez se revierte y fortalece las transformaciones impulsadas por la vía democrática. El ministro de Planificación Jorge Giordani describió a PF una «transición», no una revolución. Aunque aquí no está en peligro el capitalismo, sino al modelo neoconservador -fortaleciendo a la pequeña empresa y a las cooperativas- los dueños de Venezuela no toleran tanto cambio.
Chávez y su gente desafían al mundo. Ni EE.UU. ni las clases propietarias latinoamericanas toleran procesos de transformación social en favor de los pobres de la región, aunque sean impulsados por gobiernos elegidos según las reglas más ortodoxas de la «democracia representativa».
Las clases dominantes de Venezuela y los debilitados partidos que las sustentan en la arena política -el social demócrata Acción Democrática (AD) y el partido Social Cristiano COPEI acumulan 4 intentos por derrocar a Chávez, cuyo gobierno ha sido ratificado en las urnas por lo menos en cinco manifestaciones de la soberanía popular registradas en 5 años y 3 meses.
Chávez fue elegido Presidente el 6 de diciembre de 1998, con el 56,5% de la votación. En otra consulta a la soberanía popular, un referéndum aceptó el 25 de abril de 1999 -con el 92% de los sufragios- su propuesta de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para discutir una nueva Constitución política del Estado, en reemplazo de la carta de 1961, reformada en 1983.
El electorado eligió la ANC el 25 de julio de ese mismo año, otorgándole 120 escaños a los adherentes del chavismo agrupados en el Polo Patriótico, sobre un total de 131. En las elecciones generales del 30 de julio de 2000, sus partidarios conquistaron un centenar de escaños parlamentarios -sólo el Movimiento Quita República (MVR) se hizo de 76 bancas.
Sometido de nuevo a la voluntad popular, en la contienda presidencial regida por la nueva Constitución Bolivariana, el Presidente obtuvo el 59% de las preferencias. El 19 de agosto inauguró un nuevo mandato por 6 años. Y desde entonces, sus enemigos no cejan en el afán por derrocarlo.
Golpes y huelgas
El intento más serio por sacar a Chávez del poder fue el golpe «cívico militar» del 11 de marzo de 2002, pero los sucesivos reveses de su proyecto de «revolución bolivariana» tuvieron efectos vigorizadores inesperados. La aventura golpista no se hubiera producido sin la promoción activa de Estados Unidos y el aprovechamiento de las fisuras ideológicas en el seno de las Fuerzas Armadas. La traición fortaleció su ascendiente en la institución castrense. Tras el fracaso del golpe vino la inevitable depuración de la alta oficialidad, principalmente en el Ejército, la rama principal.
En diciembre de ese mismo año se produjo una «huelga general», que hubiera hecho caer al gobierno de cualquier país en menos de una semana. Pero la huelga de dos meses no tuvo fuerza social como para prosperar. Fue un paro patronal apoyado la aristocracia sindical socialdemócrata y socialcristiana, de influencia más virtual que real. La experiencia evoca a la huelga del cobre y el paro de camioneros que debilitó al gobierno de Salvador Allende en el Chile de 1972, pero no logró derribarlo.
El verdadero protagonista de la «huelga general» fue el sector petrolero,que hizo el daño mayor, impulsado por la dirigencia de la compañía estatal Petróleos de Venezuela SA, una suerte de Estado dentro del Estado. Al terminar la paralización -el 2 de febrero de 2003- Chávez tuvo fuerza para fortalecer la principal fuente de riqueza reduciendo al personal ejecutivo de 46.000 a 28.000 personas. El costo de la huelga fue la cuasi destrucción del aparato extractivo y la caída del Producto Interno Bruto en 27,8% durante el primer trimestre. Pero el gobierno logró superar el percance.
Tras las derrotas sucesivas, las clases adineradas representadas por la Coordinadora Democrática (CD) «descubrieron» que la Constitución de 1999 contempla una «vía pacífica» para deshacerse de un Presidente -o de cualquier funcionario elegido en las urnas, incluido el jefe del Estado: el «referéndum revocatorio» previsto al cumplirse la mitad del período.
Entonces, se dieron a la tarea de reunir firmas para solicitar la consulta revocatoria del primer mandatario, el 20% de los votos obtenidos en la elección del Presidente, más o menos 2.4000.000 voluntades. EE.UU. creó y financió «Súmate», una corporación privada que sustituyó a los partidos políticos en la recolección de adhesiones, con «activistas» rentados. El dinero lo aportó el NED, Nacional Edowment for Democracy, un fondo del departamento de Estado «para promover la democracia en el mundo».
Súmate reunió 1.900.000 firmas no objetadas y otro millón que fue rechazado porque hubo trampas. El Consejo Nacional Electoral (CNE) de cinco miembros -dos pertenecen a la CD- rechazó en marzo más de un millón de firmas falsificadas. Y como un niño consentido, la hegemonía golpista de la oposición inventó nuevos ardides para desestabilizar al gobierno y estigmatizar el proceso de su propio referéndum.
El partido mediático
Así como las FA operan como el sostén principal de este proceso llamado bolivariano -con el Ejército en el rol de la vanguardia- los medios de comunicación privados abandonaron los mitos de la «objetividad periodística» predicados por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y se transformaron directamente en el soporte esencial de los opositores, como una suerte de gran partido político amorfo, el partido mediático..
La mayor orfandad de la CD es la ausencia de alguna colchoneta democrática -o un simple ring- donde en buena lid dirima los matices entre sus miembros golpistas y demócratas. El carácter enervante adoptado por el protagonismo político de los medios terminó por convertir a los demócratas en una comparsa de los duros o en la corriente débil, sometida a la hegemonía del golpismo.
De paso, los medios nunca perdieron su tiempo en estigmatizar y distorsionar consuetudinariamente al Presidente y a su proyecto para Venezuela. Con la ayuda de CNN y de los grandes medios corporativos de EE.UU. y de América Latina, la CD vende la imagen de un Chávez reacio a medirse en las urnas, como lo predicó en Chile Gustavo Cisneros, el zar televisivo del Continente, durante una gira regional de promoción de «su libro» escrito por el chileno-estadounidense Pablo Bachelet.
Paramilitares «made in Usa»
Después del golpe, los paros y la distorsión del referéndum apareció «la guarimba», una seguidilla de desórdenes públicos enervantes pero focalizados en pequeñas áreas capitalinas de clase media, mientras el resto de Caracas proseguía su vida normal. Pero, de nuevo, los medios se encargaron de transmitir al mundo la imagen de todo un país convulsionado protestando contra un Presidente supuestamente refractario a medirse en esta nueva consulta democrática, que vendría a ser la sexta en algo más de cinco años.
La guarimba fue bautizada así por su inventor, Roberto Alonso, el propietario de la finca Daktari, quien se refugio en Miami, la misma ciudad donde Carlos Andrés Pérez anunció que comenzaba una etapa no pacífica para tumbar a Chávez, con derramamiento de sangre, en vísperas del hallazgo de los paramilitares. El gobernador del estado Miranda, Enrique Mendoza, también hizo advertencias crípticas de lo que vendría, aduciendo que «a buen entendedor pocas palabras».
En Homestead, Florida, existe un campo de entrenamiento de paramilitares destinados a actuar en Venezuela. José Vicente Rangel exhibió fotografías del jefe del campo en plena actividad, el ex capital de la Guardia Nacional Luis García, quien actúa impune, ante la impasibilidad de las autoridades del país del norte. El segundo hombre del gobierno reunió a los diplomáticos de todo el mundo, acreditados en Caracas, para pedirles que saquen sus manos de Venezuela y que dejen actuar sola a la oposición. Entre los presentes se hallaba Charles Shapiro, el embajador de EE.UU.
Defensa armada del proceso
Entretanto, Chávez continúa desarrollando «las misiones» contra el analfabetismo, incorporando nuevos estudiantes a las universidades gratuitas, implementando programas para que los trabjadores continúen estudiando, llevando la salud a los barrios pobres y fortaleciendo las cooperativas, micro-empresas e industrias pequeñas y medianas, en particular en el sector agro industrial.
Estos días se inauguró una planta procesadora de tomates que cubrirá la demanda interna, sustituirá las importaciones y dejará márgenes exportables. Instalaciones como ésa se inauguran cada semana. Se construyen nuevas líneas del metro, centrales azucareros, obras viales...
El nuevo ministerio de Cultura anunció la inminente publicación de 27 millones de ejemplares de libros gratuitos, con tiradas desde 40.000 a un millón de copias según los títulos. Hay una infraestructura de sillones dentales para atender hoy a 8 millones de pacientes. Comenzó a crearse la nueva línea aérea de bandera, ConViasa. En fin, todo esto ocurre ante la indiferencia de la prensa, que ignora estas noticias.
El modelo económico que impulsa Chávez orienta el gasto público hacia proyectos que ponen énfasis en el desarrollo humano, enfrenta a los monopolios, a las grandes corporaciones, los grupos económicos locales y al imperio. El mandatario proclamó abiertamente el carácter antiimperialista del proceso que llama «revolución bolivariana» y exhortó a crear milicias para defenderla. Todo el que lo desee, hombre o mujer, podrá enrolarse y recibir instrucción militar. Es un nuevo concepto de «defensa integral» que va más allá de la simple reincoporación de reservistas, que ya se hizo.
Venezuela cubre el 15% de la demanda de petróleo de EE. Para el 2009 estará en condiciones de triplicar ese abastecimiento, sin descuidar sus obligaciones de proveedor de América Latina. Y el riesgo está siempre latente: este país está mucho más cerca que Irak.
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