Cuba resiste el bloqueo estadounidense
El presidente norteamericano ganó un segundo turno en la Casa Blanca. Con esa carga adicional de combustible es seguro que ?entre otros objetivos internacionales- volverá a la carga contra Cuba. George W Bush, como sus nueve colegas que lo precedieron en el Salón Oval, está obsesionado en derribar a Fidel Castro. Tarea difícil si las hay, por el apoyo interno y la simpatía mundial que tienen Cuba y su legendario comandante. Se dice que en política quien pega primero lo hace dos veces. La cancillería de la isla pegó el jueves pasado al producirse una abrumadora votación de la ONU contra el bloqueo.
EL BLOQUEADO ES BUSH
Es muy reveladora la estadística de las votaciones en la Asamblea General de la ONU sobre la moción de levantar el bloqueo estadounidense contra Cuba (ver aparte "Trece al hilo").
La serie comenzó en 1992 con un triunfo de Cuba por 59 votos contra 3, con 71 abstenciones. El 28 de octubre último, con la asistencia del canciller Felipe Pérez Roque fundamentando la moción contra esa medida estadounidense, el resultado fue de 179 países a favor de Cuba, cuatro en contra y una abstención.
Aunque esos números son de por sí elocuentes, merecen un comentario político. El caudal de la moción pro cubana creció 303 por ciento en doce años, mientras que el apoyo a la superpotencia se mantuvo prácticamente estancado, como se deduce de analizar quiénes son sus aliados en este trance. Los estadounidenses siempre contaron con el aval del estado teocrático de Israel, dependiente política, financiera y militarmente de Washington.
¿Quiénes son los otros dos países que en la ONU secundaron a los verdugos?. Las islas Marshall y las Palau, dos miembros de la entidad mundial que están regidos por convenios de "libre asociación" con Estados Unidos. Entre ambas reúnen a 60 mil habitantes. Dicho de otro modo, los cuatro votos por la postura del bloqueo fueron en realidad dos: EE.UU. con triple voto, más el "portaaviones" suyo en Medio Oriente.
De las 71 naciones que se abstuvieron doce años atrás, todas menos una se fueron volcando hacia el voto positivo por La Habana. Micronesia fue la única que no se decidió a dar un paso adelante. Sin ofender a nadie, su sufragio no puede ser tomado como un dato político sino solamente a los efectos de la estadística: sólo el 1,4 por ciento de las delegaciones abstenidas de votar en 1992, permaneció como tal. El 98,6 por ciento de esos "neutrales" derivó hacia una justa posición anti-bloqueo, en el curso de pocos años. Esta fue una brillante victoria de la diplomacia habanera, consumada en la mismísima Nueva York. Se puede afirmar que el bloqueado es Bush pues en este tema no logra salir de su espantosa soledad. Los 58,4 millones de votos republicanos de anteayer no lo salvaron de la paliza en la ONU, el 28 de octubre último, a manos de Cuba.
¿POR QUÉ GANA CUBA?
Si 59 naciones estuvieron desde la primera compulsa en el Edificio de Cristal del lado de la isla y en contra del bloqueo; si otras 70 que se habían abstenido en esa ocasión fueron cambiando en un sentido favorable; si finalmente otras 40, que habían estado ausentes o se incorporaron a la ONU en años recientes, también tomaron una postura correcta, etc, todo eso tiene una explicación política. Nadie puede conjeturar que la goleada en la votación se produjera porque Cuba haya comprado esos votos. Este país no procede de ese modo típicamente imperialista, aunque el ladrón crea que todos son de su condición. El resto del planeta tampoco lo habría aceptado.
La razón del amplio resultado del partido en la Asamblea General de 191 miembros, es otra. ¿Acaso el mundo se volvió castrista y adhiere al modelo político imperante en La Habana desde el 1 de enero de 1959?. Tampoco. Por supuesto que a nivel de los pueblos del Tercer Mundo y una creciente franja progresista de Europa y el mismo EE.UU. existen esos sentimientos favorables a la revolución cubana. Pero esos sectores sociales generalmente no votan en el salón neoyorquino presidido por Kofi Annan, salvo en muy contadas delegaciones.
La causa de los conteos adversos al imperio es que el país agredido ha demostrado tener razón en sus reclamos y, al defenderse, ha defendido al resto de los países víctimas de los atropellos de la superpotencia, tanto los inherentes al orden económico-social como a los políticos y aún militares. El canciller cubano citó en su última alocución que el 70 por ciento de los cubanos ha tenido que sufrir durante toda su vida la medida criminal comenzada con el triunfo mismo del proceso revolucionario.
Felipe Pérez Roque cuantificó los daños humanos y materiales de esa agresión: 5 mil muertos y heridos, y 79 mil millones de dólares de pérdidas económicas. Aseguró que si el bloqueo fuera eliminado, la mejoría dejaría recursos suficientes para construir un millón de viviendas en diez años, lo que mejoraría la calidad de vida de cuatro o cinco millones de personas.
En su alocución ante Naciones Unidas, el representante de Cuba puso ejemplos concretos de cómo el imperio impide la venta de vacunas a su país, penaliza a empresas de terceros países que comercian con La Habana, impide a barcos extranjeros entrar a puertos estadounidenses si antes estuvieron amarrados en muelles de la isla, rechaza el ingreso al mercado estadounidense de productos que tengan níquel cubano, etc. En su afán de aplastar al "inmenso lagarto verde", la administración Bush afecta los derechos de once millones de isleños pero también la legalidad y el comercio internacionales. Y eso lo hunde cada vez más en la consideración de la ONU. Se va para el fondo del mar, junto con su "portaaviones" del Levante y las dos islas casi ignotas del Pacífico.
BUSH NO ESCUCHA
La palabra del canciller cubano sonó nítida en Naciones Unidas el jueves pasado cuando acusó que "EE.UU. multó con 168.500 dólares a la empresa Chiron Corp porque una filial europea de dicha compañía había vendido dos vacunas infantiles a Cuba". Esos decibles no perforaron la sordera de la administración Bush, cuyo representante se había retirado de la sala en repudio a Pérez Roque. En rigor hace años que el presidente norteamericano no escucha razones en la cuestión de Cuba, comprometido como está con la mafia de La Florida que tanto le ayudó en el fraude de los comicios de 2000.
Un aspecto importante de la 59ª Asamblea General fue que el preámbulo de la resolución manifestó preocupación ante recientes acciones dirigidas a reforzar y ampliar el bloqueo y sus efectos negativos sobre la población cubana y los nacionales residentes en otros países.
De este modo la gran mayoría de países integrantes de la ONU ?incluida Argentina por medio del embajador César Mayoral- emitió un sufragio adverso al bloqueo "histórico" y contra el "nuevo", anunciado por la Casa Blanca el 6 de mayo de 2004 y refrendado el 30 de junio. Aquel pronunciamiento diplomático tuvo un doble mérito. Es que lastimó a las leyes anticubanas Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), y a los planes de agresión diseñados por Bush y su secretario de Estado Colin Powell.
En mayo último esas autoridades anunciaron la puesta en marcha del "Plan para ayudar a una Cuba Libre", elaborado bajo la dirección de Powell y el cubano-americano Melquíades Martínez, uno de la treintena de elementos anticastristas de ese origen que ocupa cargos relevantes en la administración Bush.
El documento fue aprobado por la Casa Blanca en junio y admite que su propósito es "poner fin rápidamente al régimen cubano" y que "la piedra angular de nuestra política para ponerle fin al régimen de Castro es fortalecer las políticas de apoyo pro activo a los grupos que respaldamos dentro de Cuba". Con esa meta se aumentó de 7 a 59 millones de dólares la partida a pagar a los "disidentes", que al recibir esos pagos demuestran ser realmente "mercenarios".
El nuevo paquete intervencionista espacía la frecuencia de los viajes de cubanos residentes en EEUU a visitar a sus familiares en la isla: una vez cada tres años. También reduce la cantidad de dinero a girar a esos familiares, reducidos a parientes directos, y los dólares que pueden gastar en sus visitas.
Al menos Bush podrá alegar que en su propuesta de "Comisión de Transición a una Cuba Democrática" no se anduvo con medias tintas. Es que allí quedó escrito negro sobre blanco que EE.UU. formará en Cuba una nueva policía y una nueva justicia para perseguir a los funcionarios del actual gobierno, se devolverán tierras y empresas a sus dueños expropiados en 1959, se anulará el sistema de jubilación actual por demasiado oneroso y se privatizarán la educación y la salud.
Ese programa revanchista era conocido en Cuba. Por eso el cantautor Silvio Rodríguez compuso hace años "El necio" donde dice que los invasores querrán cortarle la lengua pero "yo me quedo donde nací".
El imperio que tortura presos en la cárcel iraquí de Abu Ghraib y la base de Guantánamo no es el más autorizado para dar cátedra de derechos humanos. Menos cuando en Naciones Unidas fue acusado de impedir en 2004 que Abbott vendiera a Cuba el Ritonavir y el Lopinavir, dos medicamentos para el tratamiento de pacientes con SIDA.
La política de bloqueo no goza de buena salud. Agoniza bajo la montaña de 58,4 millones de votos obtenidos el martes por Bush-Cheney.
EMILIO MARÍN
No hay comentarios.:
Publicar un comentario