El juez Juan Guzmán, que investiga al dictador Augusto Pinochet por la Operación Cóndor, encontró hoy rieles en el mar donde se afirma fueron lanzados los cuerpos de numerosos detenidos durante el régimen militar.
El magistrado, junto a un equipo de Investigaciones y a buzos tácticos, está desde esta mañana frente a la costa de Quintero en busca de los rieles con que diversos testimonios indican que fueron arrojados al mar los cuerpos de detenidos durante la dictadura.
Un riel, que pesa cerca de 40 kilos y con señales de haber permanecido varios años en el fondo del mar, es el primero de cuatro que ha encontrado ya el grupo.
Según un reportero del diario La Nación, quien cubre en terreno la operación, el juez sigue trabajando en la costa ubicada frente a Quintero en busca de nuevos rastros.
El equipo de investigaciones busca confirmar los testimonios que indican que los agentes de seguridad del régimen militar hicieron desaparecer los restos de los presos políticos arrojándolos al mar, atados a esas barras de acero.
En las pesquisas enmarcadas en el caso Calle Conferencia y en la investigación por la muerte de Marta Ugarte, el juez Guzmán es acompañado por personal del Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones y un equipo de buzos tácticos.
Las labores, que son seguidas en terreno por La Nación, se desarrollan a cerca de un kilómetro de la costa de Quintero, en la Quinta Región, a 30 metros de profundidad, y comenzaron cerca de las 11:30 horas (15:30 GMT).
Esta tarea da cuenta de la exhaustiva y larga investigación del juez Guzmán y su equipo de detectives del Departamento V, que logró develar el mejor secreto guardado por la DINA: el destino de sus desaparecidos en la Región Metropolitana.
La operación sistemática fue realizada por los pilotos y mecánicos de los helicópteros Puma del Comando de Aviación del Ejército entre los años 1974 y 1978, como lo revela el artículo Angeles de la muerte, publicado en noviembre del año pasado por el propio diario capitalino.
En ese reportaje, se establece como los cuerpos de las víctimas fueron cubiertos por sacos, y amarrados con alambre a un trozo de riel para luego ser arrojados al mar desde helicópteros.
Fueron al menos 40 viajes. En cada uno subieron de ocho a quince bultos a bordo de los helicópteros Puma. De los 12 mecánicos del Ejército que al final terminaron reconociendo las operaciones, cada uno hizo al menos un viaje.
En algunos casos fueron dos, tres e incluso más. Hay otros mecánicos que también participaron en estas operaciones pero que todavía lo niegan.
Casi 30 años se guardó el secreto entre pilotos y mecánicos en el Comando de Aviación del Ejército (CAE), estamento responsable de la operación.
Al comienzo todos lo negaron, varias veces. Los pilotos niegan hasta hoy, pero los mecánicos quebraron el juramento sellado con la sangre de otros, según La Nación.
El juez Guzmán y los detectives que lo asisten tomaron esta hebra y la investigaron silenciosos y pacientes durante más de un año, en el marco del proceso por la cúpula comunista desaparecida de calle Conferencia.
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